¿Es posible aprender mientras se duerme?

de El Efecto Galatea 

Un viejo sueño de la ciencia ficción (y de la no tan ficción) ha sido siempre la posibilidad de aprovechar los momentos del sueño para adquirir nuevos conocimientos y habilidades. Despertar habiéndose aprendido las tablas de multiplicar o sabiéndose el tema que entrará en el examen del día siguiente es también el ideal de muchos estudiantes, que podrían dedicar sus horas de vigila a otras actividades más atractivas que empollar. Y es que, dejando de lado usos perversos de esta posibilidad (como la hipnopedia descrita por Aldous Huxley en su libro "Un mundo feliz", con la que se inculcaba a la población la doctrina del régimen por medio de su repetición continua durante la noche), la idea es ciertamente atractiva.
Por desgracia, son ya varios los intentos que se han hecho al respecto y en todos los casos el resultado ha sido un fracaso. En su momento, se llegó incluso a vender un supuesto método "científicamente contrastado" para aprender nuevos idiomas durante el sueño. Por supuesto era un fraude, aunque no faltó quien se hizo ilusiones pensando en la idea de ampliar sus conocimientos lingüísticos sin esfuerzo. Pero la investigación al respecto ha dejado claro que el aprendizaje nocturno es imposible, por lo menos para contenidos tan complejos como son los académicos.
Sin embargo, esto no quiere decir que nuestro cerebro no sea capaz de adquirir nuevas nociones y conceptos mientras descansa. Un reciente estudio del Instituto de Ciencias Weizmann (en Israel) ha demostrado que sí es posible un cierto aprendizaje. En la investigación, 55 voluntarios se prestaron a dormir en un laboratorio mientras se monitoreaba su sueño. Durante la noche, fueron expuestos a distintos olores (carne podrida, desodorante y champú), precedido cada uno por un tono musical diferente. Aunque en ningún caso los voluntarios se despertaban, sí reaccionaban según el tipo de olor: un leve reflejo de inspiración ante el olor desagradable y una profunda inhalación ante los agradables. A la mañana siguiente, ya despiertos, se les hacía escuchar los tonos musicales. La reacción, instintiva, coincidía con la correspondiente al olor con el que se había asociado el sonido. Ninguno sabía el motivo, pero todos habían aprendido la asociación entre el tono musical y el tipo de olor.
Experimentos de este tipo tienen varias implicaciones. Por un lado que al contrario de lo que se creía el sistema olfativo no se desactiva durante el sueño. Por otro, demuestra que sí es posible generar un aprendizaje condicionado mientras se duerme. Pero, eso sí, dicho aprendizaje tiene varias e importantes limitaciones.
En primer lugar, es un proceso inconsciente (ningún participante podía recordar ni explicar porqué cada sonido provocaba una reacción respiratoria en concreto y no otra), lo que excluye por ejemplo la posibilidad de aprender contenidos declarativos. Estos contenidos son los que incluyen definiciones y conceptos que se puedan expresar verbalmente como un acontecimiento determinado (dicho de otro modo, es un saber qué), por oposición a los contenidos procedimentales (métodos y habilidades para llevar a cabo un proceso concreto:saber cómo) y a los actitudinales (preferencias y actitudes respecto a algo). El aprendizaje nocturno, tal y como parece haberse demostrado en el experimento, sólo serviría para adquirir conocimientos actitudinales muy concretos. Está por ver que pueda llegar a los procedimientos, y desde luego parece muy difícil, si no imposible, que alcance los conocimientos declarativos conscientes.
En segundo lugar, pero no menos importante, los conocimientos adquiridos son muy básicos y extremadamente sencillos, con una complejidad nula. Serán necesarios nuevos experimentos para conocer hasta dónde se podrían llevar métodos de aprendizaje nocturno como el descrito, pero parece poco probable que por ejemplo las combinaciones de sonidos y olores que se aprendan puedan llegar a ser mucho más elaborados que una simple asociación entre un tipo de olor y un sonido concreto. Cualquier aprendizaje más complejo requeriría una atención consciente.
La puerta, sin embargo, está de momento abierta. Los resultados indican que sí podrían enseñarse asociaciones útiles para por ejemplo combatir problemas como el tabaquismo, adicciones a otras drogas o determinadas fobias. El aprendizaje nocturno no serviría como única solución, por supuesto, pero sí podría ser un interesante apoyo para los métodos terapéuticos clásicos y cuya eficacia podría así aumentar.

Jaume Guinot - Psicoleg col·legiat 17674
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